La voz de Nadia Murad, Premio Nobel de la Paz 2018, resonó en Trujillo como un eco de esperanza. Frente a un auditorio lleno de mujeres líderes peruanas, la activista yazidí compartió su testimonio de supervivencia y su convicción de que la educación puede convertirse en el punto de partida para reconstruir sociedades más justas.
El encuentro —titulado “De la lucha a la esperanza: mujeres que dejan huella”— reunió a figuras como Arlette Contreras, símbolo del movimiento Ni Una Menos; Marilú Martens, directora de CARE Perú; y María Isabel León, vicepresidenta del Directorio de la Universidad César Vallejo (UCV). Juntas coincidieron en que visibilizar la voz femenina no solo inspira, sino que transforma.
Murad, quien sobrevivió al secuestro del Estado Islámico a los 21 años, habló sin filtros sobre el peso del silencio que enfrentan las mujeres víctimas de violencia. “Durante mucho tiempo, incluso después de la guerra, la sociedad las culpa y las llena de vergüenza. Eso las hace callar. Pero hablar sana”, señaló.
Su mensaje fue directo: el cambio comienza al educar y al educarnos. “No basta con hablar de igualdad en las aulas. Debemos hacerlo en casa, en los templos, entre amigos, en cada espacio posible”, dijo la Nobel, quien instó a la sociedad a involucrarse de forma activa en la defensa de los derechos de las mujeres.
En el auditorio, la reflexión se mezcló con admiración. Para la Dra. Kelly Acuña, gerente de Administración y Finanzas de la UCV, el poder femenino trasciende épocas: “Desde una Aurora Dupin que desafió su siglo hasta una Nadia Murad que desafía al miedo, las mujeres son motor de transformación”.



