Es la primera vez que me siento libre de poder expresar todo eso que de seguro mil chicas a los 21 años sienten. Puede que algunas veces sienta rabia cuando dicen que los jóvenes somos inexpertos, que vivimos la vida según cómo nos lleve el viento, sin límites y sin pensar en las consecuencias. Yo no siento éso, por el contrario, siento esposas atando mis manos y un pedazo de cinta tapándome la boca y que no se diga del corazón. Mi libertad de expresión se arrulla en mi alma esclavizada y enamorada.

Y justo hoy al despertar pensaba en la posibilidad de que el amor a otra persona nace o se construye con el tiempo, me resulta confuso. Aunque todo a esta edad sea, en lo absoluto, un poco laberíntico, pienso que el momento en el que se rompen las esposas, se arranca el parche de la boca y el corazón golpea a mil, es cuando sabes que si haces la mayor la locura de tu vida, aunque el mundo te aplaste es porque es amor puro. La gente grande lo llama “locuras de chibolos”, yo me río. Pero es así, sentir éso que te empuja a hacer algo que deseas tanto, sin privarte de nada, para demostrar cuánto puedes amar es totalmente humano. Se nace y se construye, ahora lo sé.

Este tema es un dolor de cabeza, creo que desde que tengo 17 me atormenta, pero es parte de el volar, hasta que te pinchan el globo y compras uno nuevo. Algo así. Creo que cuando se rompe tu burbuja la caída duele más que una fractura de huesos, un amor roto es impagable. Pero ¿qué se hace no? Es parte de ser una joven un tanto alocada, porque al amor le llaman locura.

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