Nicolas Huchet es un joven francés de 32 años que a los 19 perdió la mano derecha trabajando en una fábrica, ha convertido su discapacidad en motor de innovación y emprendimiento, de forma que ahora fabrica prótesis biónicas de bajo presupuesto a partir de una impresora 3D.
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El Estado francés le costeó una mano robótica, con un mecanismo de pinza y apariencia real; hasta que en un centro de rehabilitación en el 2012 aprendió a servirse de una mano mioeléctrica: una nueva generación de prótesis «en las que se pueden mover todos los dedos»; pero la Seguridad Social francesa no financia las modernas manos mioeléctrica o biónicas, que cuestan entre 33 700 y 112 500 euros.
«Por una coincidencia descubrí el mundo de los ‘fablabs’, que son laboratorios de fabricación digital abiertos a todos y cuando vi una impresora 3D por primera vez me parecía una máquina del futuro y pregunté si podía hacer una mano biónica, me dijeron: ‘Sí, ¿por qué no? No sabemos cómo hacerlo pero podemos probar'», relata el joven en su cuenta de Facebook.
Forjaron colaboraciones con otros «fablabs», con una escuela de ingenieros de Rennes, con la ‘start-up’ británica Open Bionics. Y ahora ese grupo de voluntarios liderados por Huchet confía en el concurso organizado por Google para seguir creciendo.
La prótesis es solo el comienzo, ya que el objetivo es «crear un ‘handylab’, es decir, un laboratorio dedicado a la reparación del cuerpo para personas con discapacidad».
Fuente: EFE
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